Carta de Don Andrés Manjón a Doña Paquita

Carta de Don Andrés Manjón a Doña Paquita: Un legado eterno en las Escuelas del Ave María.

Desde este rincón de paz, quiero dedicar unas palabras llenas de gratitud a ti, Doña Paquita. Tu vida como maestra no terminó cuando se apagó la última lección. Sigue viva en cada sonrisa de aquellos a quienes tocaste con sabiduría y bondad. Fuiste mucho más que una educadora en las Escuelas del Ave María Casa Madre. Fuiste una guía, una esperanza y un refugio para muchas almas jóvenes del Albaicín y el Sacromonte.

Una Vida Dedicada a Formar Corazones y Mentes

“Educar es formar personas completas, en todos los aspectos y para todos los fines de la vida.” Este fue nuestro ideal compartido. Tú lo llevaste a cada rincón humilde. En cada niño y familia, sembraste semillas de amor, dignidad y fe. Mostraste que la educación es también una vía para sanar y elevar el alma. Gracias a ti, muchas familias encontraron en el aprendizaje un camino hacia una vida más plena.

Una Enseñanza Llena de Amor y Fe

Comprendiste que enseñar iba más allá del conocimiento. Supiste que la verdadera educación debía ser humana y cercana. Con tu amor y dedicación, transformaste cada aula en un hogar. Todos los niños, sin importar su origen, encontraban en tus clases un refugio lleno de cariño y cuidado.

El Legado de una Maestra

Nunca olvidaste que “el maestro hace la escuela”. Tus principios se reflejaron en cada palabra y cada gesto hacia los más pequeños. Los guiaste por el sendero del conocimiento, preparándolos para enfrentar la vida con valentía. En cada paso que diste, desde el Luis Rosales hasta cada rincón de Granada, dejaste una parte de tu alma. Hoy, cada niño y familia te recuerda con gratitud.

Un Legado que Perdura

Querida Paquita, ahora eres una estrella en el cielo del Albaicín. Una luz que sigue guiando desde lo alto a los corazones que cuidaste con tanto amor. Tu vida fue un testimonio de que la verdadera educación consiste en formar caracteres. Con tu ejemplo, has dejado un legado que perdurará para siempre.

Con gratitud eterna,

Don Andrés Manjón

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