12 de octubre12 de octubre – Por Enrique Gervilla. Patrono de las Escuelas del Ave María de Granada.

En su ultima misiva, don Enrique se dirigía a los miembros de la comunidad avemariana con estas palabras:

«Las personas recordamos con agrado ciertas fechas memorables: personales, familiares, institucionales o sociales… Todas tienen un fondo afectivo. El 12 de octubre es una fecha singular para las 427 personas que formamos la comunidad del Ave María (335 docentes, 6 Patronos y 92 no docentes), ya que, como escribió el P. Manjón, fue el inicio oficial de sus escuelas:

«Un día, bajando a la Universidad en mi burra blanca y montado en el borriquito de mi fijo pensamiento, oí sorprendido la Doctrina cristiana canturreada en una cueva sobre el camino, y mi corazón dio un salto. Descendí, subí por las veredas y encontré en la cueva a una mujer humilde rodeada de diez niñas, algunas gitanas. Me avergoncé de no hacer yo lo que esa mujer del Hospicio hacía, llamada por los vecinos Maestra Migas, ex hospiciana, madre de tres hijos y sin medios de vida. La invité a que subiera a las niñas a Misa al Sacro-Monte, le gestioné comida de las sobras del Colegio y pagué la cueva que usaba como casa, costando cuatro pesetas y cincuenta céntimos al mes.» (Manjón, 1900, p. 3)

La inspiración.

Este acontecimiento, en 1888, inspiró a Manjón a trabajar incansablemente en su sueño. Compró un «carmen» —una casa con huerto—, contrató a una maestra titulada y abrió formalmente la escuela el 1 de octubre de 1889 (mes del rosario), inaugurándola solemnemente el día de la Virgen del Pilar. Este día se convirtió en la fecha oficial de fundación. El éxito fue inmediato: el primer día asistieron 14 personas, al mes 70, a los tres meses 120, y al año más de 200. (Manjón, 1892, A)

El entorno era extraordinario: «Granada, el mejor rinconcito de la tierra, y sus cármenes, pedacitos de cielo. En lo más bello de Granada, en el Valle del Paraíso, a las puertas de la ciudad y camino al Sacro-Monte, a la orilla derecha del Darro, se sitúan nuestros Cármenes escolares. Están aislados para más orden y colindantes para ser vigilados y dirigidos por una sola mano» (Manjón, 1900, p. 15).

La expansión.

Rápidamente, esta obra, que comenzó como un pequeño grano de mostaza, ganó prestigio nacional e internacional. Los visitantes del Ave María preguntaban: «¡Qué alegría, qué contentos están estos niños tan pobres y, a veces, tan mal comidos y vestidos! ¿Qué hacen ustedes con ellos?»

Manjón respondía: «Darles campo, mucho campo, y en él la enseñanza y el juego. Ese es el secreto. Aire puro, agua limpia, luz del sol.» (Manjón, 1915, nº.13).

La educación, especialmente entre los pobres, es de un valor y satisfacción incalculables: «Redimir y salvar a individuos, familias y pueblos de la ignorancia, del atraso, de la inmoralidad y degradación, de la enfermedad y el hambre… ¿dónde hay algo más importante? ¿En qué podrán emplearse mejor tiempo, salud y talento?» (Manjón, 1900, p.2)»

Bibliografía citada:

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