La Navidad en las Escuelas del Ave María, fundadas por Andrés Manjón, no era simplemente una festividad religiosa; era un momento para reforzar los valores de la fe, la educación y la comunidad. A través de actos sencillos, impregnados de pedagogía y espiritualidad, estas celebraciones reflejaban la filosofía educativa de Manjón y su incansable empeño por formar en humanidad y virtud.
En este artículo exploraremos cómo vivían la Navidad en estas escuelas del Sacromonte granadino, basándonos en las anotaciones del propio Manjón y documentos que detallan su legado.
Un Carácter Austero, pero Profundamente Humano
Andrés Manjón no era un hombre dado a grandes manifestaciones festivas, pero su vida reflejaba la profundidad de quien lucha por vivir la fe incluso en momentos de aridez espiritual. En una entrada de su diario durante la Pascua de Navidad, confesó:
«No sé por qué he pasado la noche y el día sin sentir alegría ni tristeza, en un estado de sequedad y enfriamiento tal que parecía mi alma un yermo sin árboles ni plantas, un páramo desierto sin agua ni camino» (Manjón, 1895-1923, como se cita en Prellezo, 2003, p. 24).
Este testimonio nos acerca a un Andrés Manjón más íntimo, más humano. Nos muestra a un hombre que, pese a su fe inquebrantable y su dedicación absoluta a la educación, no era ajeno a los altibajos del alma. En aquella Navidad, describía su corazón como un «yermo sin árboles ni plantas», una imagen que revela con crudeza esos momentos en los que la alegría parecía esquiva, incluso en una fecha tan significativa.
Pero esta aridez espiritual no apagaba su espíritu. Manjón seguía adelante, encontrando en su misión educativa y en el servicio a los demás la fuerza para superar sus propios desiertos interiores. Su vida no era la de un hombre perfecto, sino la de alguien profundamente comprometido, que, a pesar de sus propias luchas, nunca dejó de sembrar esperanza en los demás. Y quizá precisamente por eso, su legado resuena aún más fuerte: nos habla de la grandeza de seguir caminando, incluso cuando el camino parece vacío.
Comidas y Convivencias: Construyendo Comunidad en Navidad en las Escuelas.
Durante la Navidad, las Escuelas del Ave María se convertían en un lugar acogedor para aquellos que no podían regresar a sus hogares, como profesores y colaboradores. Manjón organizaba convivencias y comidas que, aunque sencillas, tenían un profundo sentido de comunidad:
«Convite de Navidad a las 12 (ocho personas) de las 10 a 2 noche» (Manjón, 1895-1923, como se cita en Prellezo, 2003, p. 24).
Estas comidas navideñas iban más allá de lo material; eran un reflejo del corazón de Andrés Manjón y su visión de la escuela como un hogar para todos. En torno a una mesa sencilla, compartiendo el pan y la palabra, se forjaban lazos que trascendían las diferencias y las ausencias. Cada conversación, cada gesto, hablaba de una comunidad que, aunque modesta, se sostenía sobre valores profundos: el cuidado mutuo, la acogida y la fe compartida.
En la puerta de la Casa Madre, un mensaje resumía este espíritu: «TODO para TODOS». Era mucho más que una frase; era una declaración de intenciones que cobraba vida en momentos como estos, donde cada encuentro navideño recordaba a todos que no estaban solos. Manjón entendía que la escuela no era solo un lugar de aprendizaje, sino un refugio para el alma, especialmente en las fechas más significativas del año.
Aguinaldos: Generosidad con Propósito Educativo
Manjón también aprovechaba la Navidad para fomentar la generosidad y el aprendizaje. Repartía aguinaldos entre los alumnos, optando por regalos sencillos pero significativos, como galletas y estampas:
«Vacaciones y propinas o aguinaldo a todo el mundo. A los párvulos se les dieron dos galletas y una estampa» (Manjón, 1895-1923, como se cita en Prellezo, 2003, p. 24).
Estos pequeños gestos, aunque humildes, eran profundamente intencionados. Las galletas y las estampas no eran meros obsequios navideños; eran herramientas educativas cargadas de significado. Las estampas, en particular, jugaban un papel clave en la metodología pedagógica de Andrés Manjón. No eran simples imágenes decorativas, sino auténticas herramientas evangelizadoras y didácticas. En ellas se representaban escenas bíblicas, santos y valores cristianos, diseñadas para conectar de forma visual y directa con los niños.
En Lo que son las Escuelas del Ave María, Manjón detalla cómo estas estampas se utilizaban en el aula para ilustrar conceptos y reforzar valores. En la página 249 se explica que las imágenes no solo adornaban las aulas, sino que también eran distribuidas como pequeños premios, llevando consigo un mensaje de fe y formación religiosa (Manjón, 1948/1889). De este modo, Manjón integraba lo visual y lo espiritual en su enfoque pedagógico, mostrando una profunda comprensión del impacto que los estímulos visuales tienen en el aprendizaje de los más pequeños.
Cada estampa entregada era mucho más que un regalo: era una semilla de espiritualidad y reflexión sembrada en los corazones infantiles. Porque en las cosas más pequeñas, como una estampa o una galleta, también reside la grandeza del Evangelio.
Misas y Espiritualidad: El Corazón de la Navidad en las Escuelas del Ave María.
La religiosidad no era solo el eje de las celebraciones navideñas en las Escuelas del Ave María, sino un pilar que sostenía toda la filosofía educativa de Andrés Manjón. Para él, la enseñanza no estaba completa sin la formación espiritual. En cada misa, en cada oración, inculcaba a los niños y colaboradores el valor de vivir la fe no como una obligación, sino como una fuente de alegría y fortaleza.
Durante la Navidad, esta dimensión espiritual adquiría una relevancia especial. Las misas, como la del Gallo o las celebradas en las primeras horas del día, se ofrecían con intenciones concretas que involucraban tanto a los alumnos como a la comunidad en general. Manjón reflejaba este compromiso en su diario: «Digo tres misas: 1.ª por los míos, 2.ª porque la debía, y 3.ª por quien me la debía» (Manjón, 1895-1923, como se cita en Prellezo, 2003, p. 24). Cada misa, cada oración, reforzaba la idea de que la educación cristiana no solo forma mentes, sino también corazones dispuestos a dar y recibir en nombre del Evangelio.
Creatividad y Aprendizaje: Representaciones Navideñas
La Navidad también daba espacio a la creatividad. Los niños mayores preparaban ensayos teatrales y musicales dirigidos por maestros especializados. Manjón lo describe así: «Potpourrí nacional y pedagógico se titula un ensayo que están preparando los niños mayores para las fiestas de Navidad bajo la dirección de los maestros Portillo (músico) y Zurita (poeta)» (Manjón, 1895-1923, como se cita en Prellezo, 2003, p. 17). Estas actividades no solo enriquecían el aprendizaje artístico, sino que también sembraban valores esenciales como el trabajo en equipo y la confianza personal.
Para Manjón, el arte no era solo una forma de aprendizaje práctico; era una puerta abierta a la belleza. Y la belleza, con su capacidad de inspirar admiración y asombro, era la antesala de la espiritualidad. Cada nota musical, cada palabra declamada en las representaciones, conectaba a los alumnos con algo más grande, elevándolos hacia una dimensión trascendente donde lo humano se encontraba con lo divino.
En este entorno, cada ensayo se convertía en una lección práctica. Los niños aprendían a colaborar, respetar las ideas de los demás y afrontar responsabilidades compartidas. Además, Manjón sabía que estas actividades tenían un impacto profundo en la confianza de los alumnos. Cada vez que un niño se atrevía a subir al escenario o tocar una nota en público, estaba venciendo sus propios límites y fortaleciendo su autoestima.
Así, el arte en las Escuelas del Ave María no solo formaba mentes abiertas y corazones seguros, sino que también abría el camino hacia la espiritualidad, iluminando en los alumnos el misterio de lo bello y su vínculo con lo sagrado.
Referencias
- Delgado, P. J. (1923). Bosquejo de la figura y obra pedagógica de D. Andrés Manjón. Madrid: Imprenta del Asilo de Huérfanos.
- Manjón, A. (1948/1889). Lo que son las Escuelas del Ave María. Modos de enseñar. Hojas pedagógicas. Granada: Patronato de las Escuelas del Ave María. (Edición Nacional de las Obras Selectas, p. 249).
- Montero Vives, J. (1990). El Maestro educador: Andrés Manjón. Granada: Patronato Ave María.
- Palma, A., & Álvarez, J. (1989). Vigencia del pensamiento educativo de Andrés Manjón en la formación del carácter. Granada: Universidad de Granada.
- Prellezo, J. M. (2003). Diario del P. Manjón (1895-1923). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (pp. 17, 24, 27).