Queridos amigos/as del legado manjoniano, hablemos de María.

Este 8 de diciembre celebramos una de las fiestas más hermosas de nuestra fe: la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Es un día para mirar a María, nuestra Madre, que fue concebida sin pecado por un acto especial de amor de Dios. Ella es la llena de gracia, la que nos muestra el camino hacia Jesús. Como decía Andrés Manjón: «Sin María no tendríamos a Jesús ni la Eucaristía» (Manjón, 1927, p. 2). Así de importante es ella para nuestra vida.

María, ejemplo para nuestra vida cotidiana

María no solo es modelo de fe, sino también de vida práctica. Déjenme compartir algunos ejemplos que pueden ayudarnos a seguir sus pasos en nuestro día a día:

  1. En la familia
    María, como madre, vivió las mismas alegrías y desafíos que enfrentan muchos padres y madres hoy. Imagina a María y José buscando refugio en Belén. ¿No es ese un ejemplo para cualquier mamá o papá que trabaja duro para cuidar a su familia? Este 8 de diciembre, podríamos hacer algo sencillo en casa: rezar juntos el Rosario, aunque sea un solo misterio, y pedirle a la Virgen que cuide nuestro hogar.
  2. En la educación
    Si eres maestro/a o catequista, piensa en María como la primera educadora. Ella enseñó a Jesús a caminar, a hablar, a rezar. Siguiendo su ejemplo, podemos dedicar tiempo a educar no solo con palabras, sino con el corazón. ¿Qué tal si este mes preparas una actividad con tus alumnos/as o hijos/as que les hable de las virtudes de María? Puede ser algo creativo, como dibujar o escribir qué significa ser prudente, fuerte o caritativo/a.
  3. En los momentos de dificultad
    María también vivió momentos de dolor y preocupación, pero nunca perdió la fe. Si estás pasando por una situación difícil, recuerda que ella estuvo al pie de la cruz. Andrés Manjón nos anima: «Jesús y María estarán con nosotros hasta el fin del mundo» (Manjón, 1927, p. 396). Este 8 de diciembre, podríamos encender una vela y dedicar un momento de oración a María, pidiéndole que interceda por nuestras necesidades y las de los demás.

Un mensaje para todos/as

En esta fiesta de la Inmaculada Concepción, les invito a acercarse más a María. Ella no es una figura lejana; es una madre que nos cuida, que nos acompaña y que nos enseña a vivir con amor y fe. Como decía Manjón: «La carne de Cristo es carne de María, y al comulgar se hace carne nuestra» (Manjón, 1927, p. 260). Cuando recibimos la Eucaristía, María está ahí, con nosotros, ayudándonos a parecernos más a Jesús.

Que en este día tan especial, María nos enseñe a vivir como ella: confiados/as en Dios, fuertes en las pruebas y llenos/as de amor hacia los demás. Recen por mí, como yo lo hago por ustedes. ¡Adelante, con alegría y con María!

(Referencias: Manjón, A. (1927). Visitas al Santísimo. Burgos: Imprenta Aldecoa.)

ORACIÓN A MARÍA

Oh, Santísima Virgen María,
Madre del amor infinito y faro de nuestras almas errantes,
acoge en tu seno maternal a este humilde hijo tuyo,
que anhela iluminar con tu luz los caminos oscuros de este mundo.

Tú, que fuiste el primer refugio del Jesús,
enséñanos a ser instrumentos dóciles en sus manos.
Haz que nuestras escuelas no sean sólo aulas,
sino templos de virtud y cuna de esperanzas,
donde los pequeños/as encuentren en nosotros/as reflejos de tu ternura.

Madre de los que no tienen madre,
reina en los corazones de los niños sin amparo,
y enséñales, a través de nuestras obras,
que aún en la pobreza y el abandono
puede florecer la grandeza del alma.

Sella con tu gracia nuestras palabras,
purifica nuestras intenciones,
y haz que nuestro ejemplo sea un himno vivo a tu Hijo.
No permitas que nuestras flaquezas difuminen tu obra,
sino que, por tu intercesión, transformes nuestras vidas
en una entrega al servicio de alumnos/as,
familias y compañeros/as.

Oh, Madre del Sacromonte,
guíanos por la senda del esfuerzo y la caridad,
para que, al final de esta jornada serena,
podamos contemplar tu corazón amable
con la certeza del deber cumplido.

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