Justificación:
Con el inicio de un nuevo curso escolar, es el momento adecuado para reflexionar sobre el enfoque que debemos seguir en la formación de nuestras alumnas y alumnos. Don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María, dejó un legado pedagógico profundamente arraigado en los valores cristianos. Su enseñanza no solo se centraba en transmitir conocimientos académicos, sino también en la formación moral y espiritual, basada en las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), todo ello enfocado en la forja del carácter.
Este artículo tiene como objetivo exponer cómo estas virtudes esenciales pueden servirnos de guía para orientar nuestras prácticas educativas en este nuevo curso.
Los valores y las virtudes.
La diferencia entre virtudes y valores radica en su naturaleza y cómo se aplican en la vida cotidiana. Mientras que ambos conceptos son esenciales para el comportamiento ético y moral, tienen enfoques distintos:
Las virtudes son hábitos o disposiciones estables que orientan nuestras acciones hacia el bien. Se desarrollan a lo largo del tiempo mediante la práctica continua y nos permiten actuar con excelencia moral. Las virtudes nos preparan para enfrentar diferentes situaciones de manera coherente y justa, y forman parte del carácter personal. Ejemplos de virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza, Templanza (cardinales) y Fe, Esperanza, Caridad (teologales). Las virtudes son universales y trascienden las culturas, religiones y épocas. Se centran en perfeccionar la conducta del ser humano, llevándonos hacia una vida plena y moralmente correcta.
Los valores, por otro lado, son principios o creencias que una persona, sociedad o cultura considera importantes para guiar sus decisiones y acciones. Los valores pueden ser tanto morales (como la honestidad o la generosidad) como sociales (como el respeto a las normas) o individuales (como la creatividad o la libertad). Ejemplos de valores: Respeto, Honestidad, Igualdad, Libertad, Solidaridad, Responsabilidad. Los valores son más amplios y, a veces, pueden variar según la cultura o la sociedad. Mientras que las virtudes son cualidades desarrolladas mediante la práctica, los valores representan lo que una persona o sociedad considera «bueno» o «importante» y, por tanto, son más subjetivos.
Pongamos un ejemplo: Una persona virtuosa que practica la justicia actuará de manera justa en todas las situaciones, mientras que alguien con el valor de la justicia creerá que es importante, pero no necesariamente actuará de forma coherente sin la virtud que lo sostenga.
Don Andrés Manjón ponía un fuerte énfasis en el desarrollo de virtudes precisamente porque sabía que estas no se limitaban a ser meros principios teóricos, sino que eran hábitos prácticos que formaban el carácter y conducían a la acción. Las Virtudes: Se centran en la excelencia moral y el carácter personal; son universales y adquiridas mediante la repetición de buenos actos. Los Valores: Son principios que guían nuestras decisiones y pueden variar según el contexto social o cultural. Para él, educar no era solo transmitir conocimientos o enseñar valores abstractos, sino también fomentar un comportamiento virtuoso que transformara a los estudiantes tanto en su vida personal como en su entorno social.
Su enfoque era claro: formar jóvenes que no solo comprendieran lo que es el bien, sino que lo practicaran de manera constante en su vida diaria.
- Prudencia: No se trataba solo de enseñar el valor de la reflexión, sino de fomentar en el alumnado la capacidad de tomar decisiones sabias en cada circunstancia, evaluando las consecuencias.
- Fortaleza: No bastaba con decir que es bueno ser fuerte frente a las dificultades. Don Andrés enseñaba a sus estudiantes a perseverar y resistir en los momentos difíciles, forjando así su carácter.
- Caridad: No solo el valor de la bondad, sino la virtud activa de dar sin esperar nada a cambio, de preocuparse verdaderamente por el bienestar de los demás.
Al educar en las virtudes, Don Andrés Manjón lograba que sus alumnas y alumnos pasaran de la reflexión a la acción. Como dice un gran amigo: INTENCIÓN NO ES ACCIÓN.
Las Virtudes al estilo educativo de Manjón
Para Don Andrés Manjón, las virtudes no eran conceptos abstractos, sino pilares prácticos que debían vivirse en el día a día. Tanto las virtudes teologales como las cardinales formaban el corazón de su enfoque educativo, destinado a formar personas completas, tanto en lo intelectual como en lo moral.
- Virtudes Teologales: Son las que Dios infunde en el ser humano para dirigir su vida hacia Él. Estas son la fe, la esperanza y la caridad.
- Virtudes Cardinales: Son hábitos morales adquiridos que guían nuestras decisiones hacia el bien. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
Fe: Vivir con la Mirada Puesta en Dios
Para Don Andrés Manjón, la fe era la piedra angular de su proyecto educativo. No era simplemente una creencia en las capacidades humanas, sino una confianza profunda en Dios y en su plan para cada persona. Lo recoge bien el Himno de las Escuelas del Ave María, la vida debía vivirse «mirando siempre hacia lo alto», con Dios como brújula y guía.
Manjón afirmaba: «La prudencia más obvia demanda que el Maestro de cristianos sea cristiano«. Este principio destaca la importancia de que los educadores sean ejemplo de fe, tanto en su vida personal como profesional. En las Escuelas del Ave María, la fe no era algo teórico, sino una vivencia diaria a través de la oración y la vida cristiana.
Esperanza: Confianza en el Plan de Dios
La esperanza, para Don Andrés Manjón, era importante porque no se trataba solo de una expectativa optimista, sino de una fuerza activa que orientaba a sus alumnos hacia un futuro mejor, el Reino. Manjón concebía la esperanza como el motor que debía guiar a los estudiantes a enfrentar los desafíos del presente con la certeza de que Dios tiene un plan para cada uno. «La justicia rige el mundo y a cada cosa llega su tiempo», afirmaba.
La esperanza también tenía una dimensión trascendental, vinculada al bienestar espiritual. Manjón aseguraba que «nuestra obra no es nada si no regenera y salva«, subrayando que la educación debía elevar moral y espiritualmente a los estudiantes. En consonancia con esta visión, Don José Montero afirmaba: «La esperanza es aliento y vida; la desesperación es desaliento y muerte. […] Un cristiano que confía en Dios puede ser combatido, pero no vencido«. Este enfoque muestra cómo la esperanza impulsa tanto el crecimiento académico como el personal de cada estudiante.
Caridad: El Amor que Transforma
La caridad era para Don Andrés Manjón la virtud que debía guiar todas las relaciones humanas. No se limitaba a la ayuda material o beneficencia, sino que era un compromiso profundo con el bienestar integral de las personas, especialmente los más desfavorecidos. Manjón concebía la educación como un acto supremo de caridad, al proporcionar herramientas que elevaran tanto espiritual como intelectualmente a sus alumnos.
«La caridad no solo es un acto de amor, sino el deber de amar al prójimo», sostenía Manjón. El maestro justo debía ser firme pero compasivo, equilibrando rigor y suavidad, siempre guiado por un amor genuino hacia el bienestar de los alumnos. La caridad, entendida como el servicio a los demás, debía formar ciudadanos conscientes de sus responsabilidades y comprometidos con el bien común.
Prudencia: Sabiduría en la Acción
La prudencia, para Don Andrés Manjón, era la virtud que iluminaba la mente para tomar decisiones correctas. «La prudencia es luz que alumbra el entendimiento para que conozca el fin y los medios a él conducentes, guiando la voluntad hacia el bien y apartándola del mal» . Este principio, recogido en El Maestro Educador, subraya que la prudencia era esencial para los educadores, quienes debían actuar con discernimiento y equilibrio en la formación de sus alumnos.
Manjón consideraba que la prudencia permitía al maestro reflexionar antes de actuar, eligiendo siempre lo mejor para el crecimiento integral de los estudiantes. Un maestro prudente no solo educa en el conocimiento, sino también en los valores morales, asegurando que cada decisión esté orientada hacia el bien común.
Justicia: Dar a Cada Uno lo que Le Corresponde
La justicia era un pilar central en la enseñanza de Don Andrés Manjón. Definía la justicia como «la virtud moral y social que inclina constantemente la voluntad del hombre a dar a otro lo que en derecho se le debe» . Esta virtud no solo implicaba equidad en el trato, sino también un compromiso profundo con el respeto y la responsabilidad.
Manjón afirmaba que un maestro justo debía ser ordenado, honesto, y debía educar a los estudiantes para que hicieran lo mismo. Además, la justicia también incluía la equidad en la distribución de premios y castigos, siempre con respeto por los derechos de cada uno . Para Manjón, la justicia no solo era una norma, sino una actitud interior que debía guiar todas las acciones del educador.
Fortaleza: Perseverar ante la Adversidad
Don Andrés Manjón definía la fortaleza como «la virtud que da fuerzas para vencer las dificultades y superar los obstáculos que se oponen al bien obrar. Es la valentía probada de los buenos» . Esta virtud era clave para enfrentar los desafíos en la formación de los estudiantes, ya que permitía al maestro actuar con constancia y valor.
Manjón también insistía en la necesidad de inculcar esta virtud en los alumnos desde temprana edad. «Haced que los niños sean fuertes y no flacos, valerosos y no cobardes», escribía . Para él, la fortaleza no solo implicaba resistencia ante las adversidades, sino también confianza en uno mismo y en las propias capacidades.
Templanza: El Autocontrol y la Moderación
Finalmente, la templanza era, para Don Andrés Manjón, la virtud que guiaba el autocontrol y la moderación. «La templanza refrena los apetitos sensuales, haciendo al alma señora del cuerpo y rectora y dominadora de todos los sentidos y pasiones» . Manjón veía la templanza como un principio clave para el crecimiento personal y moral, ayudando a los estudiantes a dominar sus deseos y pasiones.
Esta virtud no solo era esencial para el desarrollo espiritual, sino también para la vida cotidiana, donde la templanza debía enseñar a los estudiantes a actuar siempre con equilibrio y control, orientando sus decisiones hacia el bien.
¿Como trabajar las virtudes en el aula?
1. Fe: Confiar en Dios y en el Plan Divino
a) Cómo explicar la virtud de la fe
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- Infantil: Explica la fe como «confiar en que algo bueno pasará». Usa ejemplos simples como confiar en que mamá o papá estarán cuando los necesitamos, y que Dios nos cuida siempre.
- Primaria: Relaciona la fe con la confianza en Dios. Explica que creer en Dios significa saber que Él nos acompaña y nos ayuda a superar los problemas.
- Secundaria: Presenta la fe como una convicción firme en la existencia de Dios y su plan, destacando la importancia de vivir según esa confianza, con ejemplos prácticos de la vida diaria.
b) Actividad constante en el aula
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- «El Rincón de la Fe»: Dedica un espacio en el aula donde el alumnado pueda compartir reflexiones sobre momentos en los que sintieron la presencia de Dios o hablar de situaciones donde la confianza fue clave.
c) Texto para reflexionar
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- Infantil: «Dios siempre está con nosotros, aunque no podamos verlo, como el viento que mueve las hojas».
- Primaria: «La fe es creer en lo que no se ve, pero se siente en el corazón».
- Secundaria: «La fe no elimina los desafíos de la vida, pero nos da la fortaleza para enfrentarlos».
d) Refranes
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- «A Dios rogando y con el mazo dando».
- «El que tiene fe, mueve montañas».
2. Esperanza: Confianza en el Futuro y el Plan de Dios
a) Cómo explicar la virtud de la esperanza
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- Infantil: Diles que la esperanza es como pensar que mañana será un día bonito, incluso si hoy llueve. Relaciona la esperanza con cosas que les emocionan, como un cumpleaños que está por venir.
- Primaria: Explica que la esperanza es confiar en que las cosas mejorarán, que con esfuerzo y fe, Dios nos ayudará a lograr lo que necesitamos.
- Secundaria: Introduce la esperanza como la fuerza que nos impulsa a seguir adelante, aun en las dificultades, confiando en un futuro mejor, tanto en este mundo como en el más allá.
b) Actividad constante en el aula
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- «El Árbol de la Esperanza»: Los estudiantes pueden añadir hojas con metas, sueños o deseos a un árbol de papel en el aula, y cada cierto tiempo revisarán cómo han avanzado hacia esos objetivos.
c) Texto para reflexionar
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- Infantil: «Cuando todo parece oscuro, siempre podemos pensar en el sol que volverá a salir».
- Primaria: «La esperanza es como una luz que nos guía en el camino, aunque no podamos ver el final».
- Secundaria: «La esperanza nos da la fuerza para soportar los momentos difíciles, sabiendo que lo mejor está por llegar».
d) Refranes
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- «El que espera, desespera».
- «Después de la tormenta, siempre llega la calma».
3. Caridad: Amar y Ayudar al Prójimo
a) Cómo explicar la virtud de la caridad
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- Infantil: Explica la caridad como «ser amable y compartir con los demás». Usa ejemplos de ayudar a un compañero que está triste o compartir el almuerzo.
- Primaria: Relaciona la caridad con el amor al prójimo, enseñando que ayudar a los demás es también ayudar a Dios.
- Secundaria: Presenta la caridad como un compromiso activo con el bienestar de los demás, promoviendo el servicio y la solidaridad.
b) Actividad constante en el aula
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- «El Día de la Caridad»: Un día al mes, dedica tiempo a actividades de ayuda mutua o solidaridad, como recolectar alimentos para una ONG o hacer una actividad para el barrio.
c) Texto para reflexionar
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- Infantil: «Compartir es una forma de hacer que todos estén felices».
- Primaria: «Cuando ayudamos a alguien, estamos mostrando amor, y el amor es lo más importante».
- Secundaria: «La caridad no es solo dar lo que nos sobra, sino compartir lo que tenemos con quienes lo necesitan».
d) Refranes
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- «Obras son amores, y no buenas razones».
- «Quien bien quiere, bien hace».
4. Prudencia: Tomar Decisiones con Sabiduría
a) Cómo explicar la virtud de la prudencia
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- Infantil: Explica la prudencia como «pensar antes de hacer las cosas». Usa ejemplos sencillos como mirar antes de cruzar la calle o pedir permiso antes de usar algo.
- Primaria: Relaciona la prudencia con el sentido común, y la importancia de elegir lo correcto en cada situación.
- Secundaria: Introduce la prudencia como la capacidad de tomar decisiones sabias, evaluando los pros y contras de cada acción, guiando la voluntad hacia el bien.
b) Actividad constante en el aula
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- «El Consejo del Día»: Cada día, un estudiante puede proponer una reflexión sobre una decisión prudente que han tomado o una situación en la que han actuado con sensatez.
c) Texto para reflexionar
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- Infantil: «Antes de hacer algo, piensa si es lo mejor para ti y para los demás».
- Primaria: «La prudencia nos enseña a pensar antes de actuar, para no equivocarnos».
- Secundaria: «La prudencia ilumina el camino para que nuestras decisiones nos lleven al bien».
d) Refranes
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- «Más vale prevenir que curar».
- «Piensa mal y acertarás».
5. Fortaleza: Perseverar ante las Dificultades
a) Cómo explicar la virtud de la fortaleza
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- Infantil: Explica la fortaleza como «ser valiente y no rendirse». Usa ejemplos como caerse mientras juegan y levantarse de nuevo.
- Primaria: Relaciona la fortaleza con la perseverancia y el valor para enfrentarse a los problemas, como estudiar para un examen difícil.
- Secundaria: Presenta la fortaleza como la capacidad de resistir y mantenerse firme ante los retos, superando los obstáculos con confianza en uno mismo.
b) Actividad constante en el aula
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- «Diario de la Fortaleza»: Los alumnos pueden llevar un diario donde escriban situaciones en las que han sido fuertes y han perseverado ante las dificultades. Se puede revisar semanalmente.
c) Texto para reflexionar
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- Infantil: «Ser fuerte no es ganar siempre, sino levantarse cada vez que caes».
- Primaria: «La fortaleza no significa no tener miedo, sino enfrentarse a él con valentía».
- Secundaria: «La verdadera fortaleza está en no rendirse, incluso cuando todo parece difícil».
d) Refranes
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- «A mal tiempo, buena cara».
- «Quien resiste, es porque insiste».