10 de julio. El Adiós a Don Andrés Manjón: El Legado de un Educador Inquebrantable
Hoy celebramos la muerte de un gran Educador: don Andrés Manjón. Que el Señor nos dé a todos fuerza, ilusión y creatividad para seguir con ampliando su legado con fidelidad y entrega. El 10 de julio de 1923, Granada despertó con un dolor profundo. La ciudad, normalmente vibrante con los ecos y el bullicio de su gente, parecía envuelta en un manto de luto. A las dos y media de la madrugada, en su humilde estancia del Sacro Monte, don Andrés Manjón, incansable educador y hombre de corazón generoso, entregó su alma a Dios. Incluso en la inmovilidad de la muerte, su rostro mantenía la sonrisa serena del deber cumplido.
El Sacro Monte, testigo de tantos días de sacrificio y amor por la enseñanza, se convirtió en un santuario de despedida. En su modesta habitación, más refugio de peregrino que estancia de canónigo, Manjón soportó meses de enfermedad. Recibía la Comunión diariamente, y en sus últimos momentos, susurraba oraciones que resonaban en el silencio de la noche como una despedida.
Ciudad de Negro
La noticia de su partida se propagó como un eco de dolor por toda Granada y más allá. No fue una muerte común; fue la apoteosis de un santo. El pueblo entero sintió su ausencia como la pérdida de un hijo primogénito de la caridad. El Ayuntamiento de Granada, en un gesto que reflejaba la magnitud de su pérdida, solicitó al Gobierno los honores de Capitán General para Manjón. Sin embargo, el mayor tributo fue el luto sincero de cada habitante, la devoción de los 3,000 niños de las Escuelas del Ave María, quienes entonaron himnos y plegarias a Dios por su maestro inolvidable.
Último Adiós
El cortejo fúnebre recorrió Granada desde el Sacro Monte hasta la Catedral, pasando por la Universidad y la iglesia de las Escuelas del Ave María. Era como un “Domingo de Ramos”, con la milicia, el clero, las autoridades, el pueblo y los niños de las escuelas formando un río humano de amor y respeto. Todos querían acompañar al hombre que, montado en su “borrica”, había recorrido tantas veces ese mismo camino como redentor de la niñez y juventud abandonada.
Legado Inmortal
El legado de Manjón no se apagó con su muerte; su obra continuó brillando con más fuerza. Instituciones como el Ave María de Granada, el Colegio Padre Manjón de Granada, y las Escuelas del Ave María de Burgos y Valencia, siguen su misión. Su apuesta por la educación de la mujer fue precursora en su tiempo, y sus escuelas se convirtieron en oasis de amor, acogida y conocimiento, extendiéndose por toda España.
Ejemplo Eterno
Manjón había renunciado a premios y honores, prefiriendo siempre ser el humilde educador de sus niños pobres. Su vida, una serie de milagros de caridad y modestia, es un ejemplo eterno de lo que significa vivir para los demás. En su testamento, dejó todo a sus escuelas, asegurando que su obra continuaría beneficiando a las generaciones futuras. Su espíritu, impregnado de una profunda paternidad y amor, sigue vivo en cada rincón de su legado.
Hoy, al recordar a don Andrés Manjón, no solo celebramos al gran maestro educador, sino también al hombre cuyo corazón latía al ritmo de la caridad y la justicia. Su vida fue una lección de amor en acción, y su muerte, una puerta a la eternidad, nos deja con la responsabilidad de continuar su misión, de hacer del mundo un lugar más justo y humano, siguiendo su ejemplo de humildad, devoción y compromiso con el cambio social.